De luces y sombras

imagesUL2XSA6VA comienzos del siglo XX, el ensayista John Jay Chapman afirmó sobre Nueva York: «El presente es tan poderoso en ella, que el pasado se ha perdido.» Un siglo después, el periodista y escritor Enric González (premio Cirilo Rodríguez 2006 por su labor como corresponsal para El País en la propia «Gran Manzana», Washington, Londres o París), con la experiencia personal y profesional garbada a fuego ante sus ojos forasteros, corrobora que en la City, la gran urbe estadounidense, es «siempre hoy». Precisamente su libro Historias de Nueva York (RBA) propone una excursión hasta ese preciso «aquí y ahora» intrahistórico, con la pausa suficiente para sentir el sabor de la cerveza única del White Horse, en Hudson Street, o aquel grasiento steak de Peter Linger, o, resignado y sufrido, un partido de los Mets en el barrio de Queens, o la mismísima Estatua de la Libertad iluminando al mundo desde el puente de Brooklyn, durante otro atardecer. Aunque frente a su ferviente y voraz contemporaneidad, sin apenas oportunidad para mirar atrás, Nueva York, étnica y racial, es y será reflejo de lo que fue: entre otras cosas, una herencia mercantil (la metrópoli surgió al sureste de Manhattan de la mano de inmigrantes holandeses dedicados al comercio; de ahí que su primera bandera portara el blanco, azul y naranja de la actual neerlandesa) que se proyecta hasta nuestros días, convirtiéndola, con Wall Street a la cabeza, en epicentro del capitalismo mundial; pero también, un fiel núcleo articulado con remiendos de tradición: desde la Italia neoyorquina, fundada por Antonio Palmo, hasta los años de la Gran Depresión, pasando, por ejemplo, por la época «dorada» del hampa.

Enric González vierte en Historias de Nueva York, hora a hora, esencia a esencia, cada ápice de la vida cotidiana en la ciudad. Recién aterrizado en ella a principios del año 2000, el periodista catalán encontró alojamiento en The Printing House, una antigua imprenta —ironías de la vida— habilitada como apartamentos en el West Village, un sitio idóneo para aprehender, con la subjetividad imprescindible que impide el oficio noticioso, el rugir diario: un violento altercado en el sur del Bronx, las crónicas de taxistas, los entresijos tras la creación de la cúpula del rascacielos Chrysler…, pero también las guerras de Afganistán e Irak o la jornada oscura de un septiembre de 2001. Historias de Nueva York es la memoria excelsa de Enric González, un diario de emociones e intenciones donde confluyen objetos y personajes entre la miscelánea de circunstancias. Porque enamorarse tiene estas cosas…

El cineasta Ramón Luque habla sobre Uno de estos días

El escritor y director cinematográfico Ramón Luque (El Proyecto ManhattanHollywood o Historias de Lavapiés, cinta recientemente estrenada en el Festival de Cine Español de Málaga) hablaba así sobre mi volumen de relatos Uno de estos días durante su presentación, el pasado abril, en la librería madrileña Cervantes y Compañía:

«Los relatos de José Iglesias Blandón obedecen sin duda a su talento, pero especialmente a su tesón y trabajo, a su obsesión por un estilo de literatura. Aunque soy enemigo de las teorías, podríamos hablar de cierto minimalismo, o quizá realismo cinematográfico, pero sólo serían etiquetas.

El origen de esta forma de escribir cuentos se encuentra en Chéjov. Situaciones cotidianas, pequeños sucesos donde en un principio apenas parece suceder nada, avatares presuntamente mundanos y aburridos que recogen en el fondo todo un universo de significación. Tras el escritor ruso, muchos otros limaron ese estilo de contar: John CheeverRaymond CarverLorrie Moore… Incluso se ha querido incluir en este grupo a la canadiense Alice Munro, reciente premio Nobel de Literatura.

Uno de estos días manifiesta claramente las influencias de al menos algunos de estos autores: no parece que se cuente algo importante, sin embargo ésa es la clave de la narración, contar hechos cotidianos que en el fondo muestran y revelan cosas importantísimas: la soledad, las dificultades de comunicación en parejas y matrimonios, la búsqueda de un sentido de vida… Personajes que intentan negociar con la existencia y casi siempre pierden demasiado: sus expectativas se derrumban. En los relatos de José Iglesias Blandón aparecen mujeres y hombres que ante los problemas no pueden hacer otra cosa más que descubrir sus limitaciones. Ello les obliga a rebajar sus sueños. Y todo contado con austeridad y sin adornos, aunque con sutileza, con cierta elegancia, haciéndonos partícipe de sus sentimientos: ansiedades, fingimientos, susceptibilidades, perplejidad.

Querría destacar el relato ‘No se puede cambiar un solsticio’, donde encontramos, cómo no, a una pareja en problemas. Aquí José Iglesias Blandón se atreve con un juego metaliterario: uno de sus protagonistas es escritor y profesor de Literatura y se establece paralelismo entre la historia de esa relación en crisis y la ficción que el personaje está trabajando, es decir, el relato que está escribiendo, también titulado ‘No se puede cambiar un solsticio’, sobre, según su autor, ‘la peligrosa inercia del movimiento. Dos personajes avanzan en perpetuo cuestionamiento, aunque sin preocuparse demasiado por posibles respuestas’ (página 48). Personas inteligentes que intentan avanzar, pero a veces lo hacen… porque toca; personas con lucidez para reconocer que, emprendan ya cualquier camino, seguirán quizás engañándose a sí mismos.

Metaliteratura. Relato dentro del relato. Esto es interesante porque se aplica al mismo texto que escribe José Iglesias Blandón, a los relatos que ha leído y seguramente a parte de la realidad que como escritor ha vivido u observado. En la página 53 hay un diálogo que me gustaría citar:

‘—No me considero una mera conformista —dice ELLA—, es más bien…

—Puede ser exactamente eso —dice ÉL—, no reconocer que…

—Pásame la sacarina, por favor, y…

—Espera, voy a…

—Ahora nos hemos convertido en…

—Por pretender salir ilesos sin…

—Y yo creo que me he vuelto adicta a tu…’

Observamos un deliberado recurso que brilla con luz propia: frases de la conversación sin terminar, interrumpidas, para reflejar el abismo emocional de una pareja que no se comunica porque no escucha. Este tipo de literatura requiere un lector atentoactivo, y seguramente leer y degustarla más de una vez.

Sólo me resta felicitar a José Iglesias Blandón por su libro porque ha escogido retos grandes; no quiere poner las cosas fáciles y toma para ello quizás a los mejores maestros: escritores que saben reflejar las frustraciones de la vida y las aspiraciones y miedos más humanos en apenas un puñado de palabras, sin alharacas, sin burdas estrategias, con sinceridad, técnica, talento y tesón. Enhorabuena.»